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¿Qué compramos cuando compramos cultura?

First published on Bloc Esart

Si alguien tuviera una respuesta rápida y concreta para esta cuestión, si existiera una fórmula para descifrarla, ya podría estar yo buscando trabajo; yo, otros tantos como yo y todos los publicistas, creativos, críticos, especialistas en márqueting, comunicación, y un largo etcétera. Se hacen estudios de mercado complicadísimos para llegar a entender qué busca la gente cuando compra cualquier cosa.

Una parte de mi trabajo consiste en analizar cultura (ir al cine, al teatro, a conciertos, exposiciones y actividades varias) para decidir si lo programo o no – es decir, si ofrezco una oportunidad de bolos a determinado artista o no. ¡¡Mola!! La verdad es que me siento muy afortunada, y es desde este prisma que intento explicaros… ¿Qué busca un promotor? ¿Qué toma en consideración el “comprador” de cultura?

Cualquier artista que tiene un proyecto, en el momento que quiera ganar algo de dinero con ello (o si más no recuperar una parte del invertido), necesitará venderlo, y entonces, queridísimos lectores y lectoras, el “proyecto” tan amado y trabajado se convierte en un producto frío e instrumental que compite con otros tantos productos culturales dentro de un mercado. – Como antes dejéis de sentir náuseas con estas palabras mejor-.

Desde hoy y durante todo el fin de semana se programa la Mostra d’Igualada, una muestra de teatro infantil y juvenil. Estas ferias y muestras suelen ser como un mercado de carne medieval donde los vendedores intentan identificar a los compradores y ser los primeros en seducirlos, mientras éstos últimos se pavonean por los stands sabiéndose deseados y haciéndose los difíciles. Digamos pues que sois uno de estos “vendedores” y tenéis entre las manos a vuestro hijo (producto/proyecto) acabadito de nacer. Por supuesto para vosotros es el más bonito, más listo y más interesante de todos los allí presentes, pero… ¿lo pensará también ese programador que se pasea bostezando entre los stands?

Mi trabajo como programadora es (sin orden de prioridad):

  • Conocer bien a mi público y saber lo que consumen

  • Conocer a mi competencia y buscar lo que no ofrece para ofrecerlo yo

  • Tener claros la Visión y los Valores de la institución a la que represento

  • Contar con mi olfato y mi criterio sobre lo que considero cultura interesante y de calidad, innovadora, actual y rompedora.

  • Tener claro mi presupuesto para no levantar falsas expectativas a nadie.

De todo ello, lo más difícil es saber qué quiere el público, y aún teniendo todo el resto de cuestiones bien claras, al final el público acaba haciendo lo que le viene en gana según sus propios criterios – tanto o más válidos que los del mejor de los promotores.

Por tanto… CREAD, ¡cread como si no hubiera un mañana! Pero tened claro que, aunque los designios del público nos parezcan inexorables, al final son lo que acaba determinando nuestro pan de cada día (para quién quiera comer de ello, esto es). Amén.

* Soy muy consciente de que probablemente habré levantado alguna llaga con este artículo. Me hago totalmente responsable de ello e invito a quien se anime a contradecirme o a dejar los comentarios que quiera a continuación.


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